Quantum Ensemble 2019/2020

La temporada de Quantum Ensemble, grupo residente en el Auditorio de Tenerife, está compuesta de siete programas:

Vínculos 

El Quantum Ensemble reúne en este programa tres figuras que, en su coincidencia espacio-temporal en la Viena de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, ilustran maravillosamente la extraordinaria riqueza creativa que se dio en aquella ciudad. El concierto ofrece La noche transfigurada, una de las obras más populares de Arnold Schoenberg, junto a otras dos obras de gran interés: el Trío en re menor para clarinete, violonchelo y piano de Alexander Zemlinsky y La vida celestial, una canción para soprano y orquesta de Gustav Mahler, que data de la época en que compuso el ciclo de canciones El cuerno mágico del niño, pero que finalmente se convirtió en el cuarto movimiento de su cuarta sinfonía. Resulta particularmente destacable que, en su esfuerzo continuado por expandir el repertorio camerístico, el Quantum Ensemble interprete dos de las tres obras en arreglos que requieren solamente tres músicos, dando así una perspectiva instrumental distinta y permitiendo una experiencia auditiva diferente a la vez que interesante.

Fricciones

Este concierto, siguiendo una tradición bien arraigada en los programas del Quantum Ensemble, nos permite confrontar estilos y personalidades creativas en dos parejas de compositores cuyas biografías se solapan en el espacio y en el tiempo. Por un lado, podremos disfrutar de una obra de gran madurez y poso de Benjamin Britten, su Cuarteto de cuerda nº 3. El contraste se establece aquí con su compatriota, el inglés Harrison Birtwistle, que pertenece a una generación posterior que rompe de manera radical con el pasado. Birtwistle crea con Linoiuna obra singularísima para clarinete, piano y bailarina. Por otro lado, no menos agudas resultan las diferencias entre los dos compositores estadounidenses cuyas obras escucharemos en la segunda parte del concierto. A pesar de la coincidencia temporal de sus singladuras vitales y la cercanía de las fechas de los estrenos de las obras, las propuestas de John Cage y Aaron Copland pertenecen a universos estético muy distantes. La moraleja de estas cuatro obras, emparejadas por realidades nacionales y temporales, pero que a su vez dan lugar a experiencias estéticas tan distintas, no puede ser otra que recomendar al oyente una actitud de flexibilidad y curiosidad—huérfana de preconcepciones y ataduras—a la hora de gozar de la inmensa riqueza contenida en la música del siglo XX.

Texturas

El protagonista indudable de este concierto es el cuarteto con piano, dando lugar a un programa particularmente interesante ya que la presencia de esta formación en los ciclos de música de cámara no admite comparación, por exigua, con la del cuarteto de cuerda. Sin embargo, hay un repertorio muy digno de consideración para el cuarteto con piano, y el concierto de hoy empieza y acaba con dos ejemplos paradigmáticos del mismo. Se trata del cuarteto nº1 de George Enescu y, cerrando el concierto, el también primer cuarteto del que había sido profesor de composición de Enescu en el Conservatorio de París, Gabriel Fauré. Así pues, aunque la distancia cronológica y geográfica entre Fauré y Enescu sea considerable en lo que al año y lugar de nacimiento se refiere ―la que va de la Francia de 1845 a la Rumania de 1881― sus biografías se encuentran en el París de finales del siglo XIX, donde Fauré adquiere cada vez más influencia entre la nueva generación de compositores que se estaban formando en la capital francesa, tanto por la importancia de sus composiciones como por su labor docente y, más tarde, administrativa, ya que como director del Conservatorio de París su compromiso con la música contemporánea resultó fundamental para el desarrollo de estos jóvenes compositores. En medio de dos obras de tanta variedad y enjundia musical, el Quantum Ensemble ha encargado al compositor Pablo Díaz, el arreglo para violín, clarinete, viola, violonchelo y piano a cuatro manos de una de las obras más reconocibles del repertorio francés, El aprendiz de brujode Paul Dukas.

Espejos

Este concierto presenta tres obras que son muy poco frecuentes en las programaciones actuales. Además, son piezas que tienen distintos tipos de afinidades y contrastes entre sí, creando de este modo un juego de conexiones y diferencias que dota al concierto de hoy de un gran interés. Así pues, la distancia temporal que separa a Wolfgang Amadeus Mozart de Francis Poulenc y Bohuslav Martinů, queda recortada por la adherencia de estos últimos a los postulados del neoclasicismo en una parte muy importante de sus composiciones y la inevitable influencia de Mozart sobre esta corriente. Por otro lado, mientras que las obras de Mozart y Martinů nos muestran a dos compositores en plena madurez que abordan obras de gran calado y ambición, la de Poulenc se trata de una obra de dimensiones más modestas y que fue compuesta cuando el compositor francés todavía no había llegado a los veinte años. Por último, el concierto comienza con la obra de Mozart que es para un trío de cuerdas, continúa con el dúo para dos clarinetes de Poulenc y termina con la obra de Martinů que requiere del concurso de ambas formaciones, para dar como resultado un conjunto instrumental muy inusual y que sin duda despertará la curiosidad que las programaciones del Quantum Ensemble intentan estimular entre su público: ¿cómo se las ingeniará Martinů para conjugar la doble presencia de un sonido tan versátil y potencialmente poderoso, como es el del clarinete, con los tres instrumentos que tradicionalmente forman el trío de cuerdas?

Estructuras

Este concierto es una suerte de microcosmos de los principios programáticos que vertebran las temporadas del Quantum Ensemble. Se interpretan tres obras que abarcan tres siglos, quedando patente la ambición temporal y estilística del repertorio del conjunto tinerfeño. El compromiso con las nuevas creaciones, piedra angular de la motivación artística del Quantum Ensemble, viene de la mano de un estreno de Gustavo Trujillo. A la diversidad temporal, se le une la flexibilidad en las formaciones usadas, que van desde el violonchelo solista de la Suite para violonchelo nº6 de Bach, al Trío para violín, violonchelo y piano nº1 de Brahms, pasando por la formación sui géneris de la obra que hoy ve la luz y que requiere violín, clarinete, violonchelo y piano. Sin embargo, ante tanta variedad y contraste, hay un vínculo común que une las obras de este concierto y que, de este modo, le confiere una cierta coherencia al mismo: la historia de la música concede un lugar privilegiado tanto a Bach como Brahms en lo que se refiere a su capacidad para componer obras donde la creatividad se conjuga con un gran rigor estructural; desde unos postulados estilísticos muy diferentes, como no podía ser de otro modo, la obra de Trujillo se inserta dentro de esta tradición de gran sofisticación formal y estructural.

Voces

Este programa contrasta algunas composiciones extraordinarias que Gioacchino Rossini creó en la última década de su vida con sendas obras de dos de los grandes compositores italianos del siglo XX: Luigi Nono y Salvatore Sciarrino. Ya recuperado de las vicisitudes que convirtieron en prácticamente un erial creativo los veinticinco años que siguieron al estreno de su Guillermo Tell, y liberado de obligaciones profesionales y dictados estéticos, Rossini se dedicó a crear piezas para compartir con los huéspedes que asistían a las veladas musicales parisinas que ofrecía cada sábado. La variada y entretenida muestra de la que este concierto nos permitirá disfrutar es un magnífico ejemplo de la capacidad y flexibilidad creativa de un Rossini que no por anciano se sentía menos libre y atrevido, entregándose al humor, la ternura o la pasión en piezas de una gran sutileza. Como contrapunto a las obras para voz de Rossini, el Quantum Ensemble introduce en su repertorio dos composiciones para instrumento solista, una para clarinete, la otra para piano, creadas, respectivamente, por Sciarrino y Nono. Nos encontramos ante un universo estético que exige tanto de los intérpretes como del público máxima concentración: nada hay de rutinario ni predecible en obras en las que cada sonido, cada frase y cada articulación forman parte de una realidad sonora profundamente introvertida, y que no obedece a ningún otro parámetro más que al que queda establecido por la música misma.

Prisma

Este programa presenta una nueva colaboración del Quantum Ensemble con otro grupo establecido, la Camerata Lacunensis. Y, como viene siendo habitual, el concierto nos ofrece una variedad de formatos realmente notable por lo inusual y complejo de las formaciones que se requieren: desde los once clarinetes necesarios para ejecutar el New York Counterpointde Steven Reich, hasta las obras para coro mixto, con y sin piano, de Samuel Barber, pasando por el compromiso con las vanguardias del siglo pasado que, en la obra de George Crumb para dos pianos y dos percusionistas, encuentra una manifestación singularísima. Los tres compositores estadounidenses cuyas obras serán interpretadas en este concierto nos dan una excelente medida de la riqueza y contraste de estilos que su país ha ofrecido a lo largo del siglo XX. La obra de Crumb, el tercer de los cuatro libros que forman su ambicioso Makrokosmos, es una magnífica adición al repertorio del Quantum Ensemble, pues proporcionará al público tinerfeño la oportunidad extraordinaria y poco frecuente de disfrutar de un universo sonoro sorprendente y muy gratificante.

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